
Armonioso municipio de La Guajira, donde imperan campos arroceros, donde todos los hombres ganaderos, piden a DIOS clemencia y el los mira.
Por mandato militar fuiste con ira dominada, con pala como arena, y echada como tal a La Guajira dejando solo y triste al Magdalena.
Copiosos y vivaces arbolitos hacían tu avenida algo muy bello, adornando vivamente aquello y al fertil suelo cubriéndolo de higuitos.
Por la mañana el sol esplendoroso de viveza al día y hasta la tarde, luego la luna como llama arde haciendo de tu noche un día grandioso.
Por Arlenis Anaya
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